No hay nada más triste para aquel que un día que dicen:
¡No eres tú, soy yo, pero!…
En la actualidad hay una tendencia generalizada a sentirse despechado cuando la pareja decide seguir su vida por nuevos caminos. Es fácil entenderlo como una traición, pero no lo es. Quizás quien se pueda sentirse abandonado: ¿debería pensar que es lo que ofrecía a cambio, en esa cuestionada relación?
¿No es acaso el amor un intercambio de intereses, aunque conscientemente se ignore? Las personas que desconozcan esta importante cuestión, estarán condenadas a vagar en solitario por los caminos que nos proporciona la existencia. Ya que volverán a errar una y, otra vez, sin saber dónde están cometiendo error.
¡Sería muy fácil pensar que nos quieren simplemente porque sí! Quizás la culpa de todo la tienen esos cuentos rosas que se explican por las redes sociales. Para que haya amor, ante todo tiene que haber atracción. Pero después de las feromonas, es el cerebro quien exige una determinada compensación, ya que sin ella todo resultara inútil.
La vida está plagada de historias donde el corazón discute con el cerebro. Cuando esto sucede es por dos motivos. Y, un motivo no es el tuyo, sino que has de buscarlo en los miedos incontrolados de tu pareja.
Donde puedas ver una traición, entiéndelo como un temor. Si, temor a lo que representa el cambio, temor a enfrentarse con su realidad, temor al qué dirán. Y, como no, sobre todo temor a ser feliz.
Es cierto, ¡no todos estamos preparados para recibir la felicidad!
Y aquellos que lo puedan estar, deberán coincidir con otros que también estén dispuestos a disfrutar la mentada felicidad. Pues de lo contrario, todo lo acabaremos entendiendo como una traición. Perfidia, a la que mejor la podríamos llamar miedo.
Pero miedo en mayúsculas. Un miedo que camina ocultándose detrás de supuestas razones. Motivos que solo existen en la mente del que teme enfrentarse a la vida por el temor a ser feliz.
Estoy convencido que esta cuestión va a resultar muy difícil de entender. Pero para explicarlo solo encuentro una razón. Esa es la maldita educación que todos hemos recibido. Allí se habla de la felicidad como una utopía, que llega simplemente porque sí. Sin tener que hacer ningún esfuerzo, ni tampoco entregar nada a cambio.
Que absurdo me parece el mundo –de los porque si-. Es ese lugar donde parece que los sentimientos tengan que surgir sin más. ¡Vamos, porque sí! Sería lo mismo a hablar de melancolía, con las historias interminables de amor, que pudieron ser y no fueron.
Solo me queda por decirle a quien sufra esta situación que estoy relatando, que busque las razones en dos lugares, pues serán ahí donde estarán: El primero que haga un repaso –de lo que ofrece él en esa relación-. Y, el segundo –que tenga en cuenta los miedos, temores o, como guste decirlo de su pareja-.
Pues será ahí en las dos cuestiones mentadas donde se encontrara la clave de toda la situación que estoy expresando. Sí, penosa la mayoría de las veces, angustiosa también. Y, siempre esperando que de un momento a otro, suene el deseado WhatsApp que nos diga que volvemos a empezar.
Pero eso no será empezar, sino continuar con la misma cuestión. Es en ese momento cuando no tienes más remedio que aceptar, –que ese amor, al que tanto deseas, es un amor imposible-.
¡Pues ninguno de los dos estáis en situación de amaros de verdad, completamente, sin condiciones, que no sean las que ya he explicado!
Como sabes valoro mucho lo que te haya podido inspirar esta lectura, es por ello que te ruego que la plasmes por escrito, pues así enriquecerás el mosaico de opiniones que puedan surgir sobre un asunto que de un modo u otro padecemos todos.
AB