Si te encuentras dentro de alguno de estos síntomas:
Preocupación, irritabilidad, miedo, angustia, ansiedad o desorientación profesional…
¿Crees que tu edad es la culpable de que no encuentres empleo?
Ponte en contacto, te puedo ayudar.
Apreciado lector, quizás has entrado en esta página por la curiosidad que nos exige a todos los humanos tener nuevos conocimientos. También puede que te encuentres en alguno de los casos que relaciono. Si fuera así, no te preocupes, no padeces ninguna patología.
Tienes que saber que, desde el último tercio del siglo pasado, los laboratorios farmacéuticos en colaboración con médicos psiquiatras y psicólogos han creado una gran cantidad de enfermedades que se diagnostican y etiquetan con distintos nombres.
Todo comienza cuando una persona tropieza con los problemas propios de la existencia, como pueden ser los de un niño que manifiesta su desinterés por el estudio; son esos casos que se apresuran a definir TDAH, y a partir de ahí el menor será bombardeado con pastillas.
No voy a entrar a buscar los motivos, que en su mayoría no tienen nada que ver con el mencionado trastorno diagnosticado. Lo que sí diré es que, a lo mejor, si los padres modificaran la conducta que observa el menor, las cosas cambiarían sensiblemente. Si hablamos de adultos, los fracasos de pareja y/o profesionales, las dificultades económicas y agobios varios acaban por comportar los temidos estados de ansiedad. Finalmente, lo que subyace es la sensación de estar inmerso en una desorientación profesional, y en otros casos, personal.
Sí, estoy seguro de que si alguna de estas cosas te pudiera estar ocurriendo, tendrías muchas razones para justificarlas. Y es aquí donde quiero ofrecerte mi ayuda.
Durante los treinta años largos de profesión ayudando a superar conflictos, tanto a personas como, consecuentemente, a empresas, siempre he utilizado un método propio: el Intentional Management system, el cual se basa en la interpretación personal, o lo que es lo mismo, lo que cada uno piensa en realidad de sí mismo.
No quisiera acabar sin reconocer que las enfermedades psíquicas existen, pero son muchas menos de las que se diagnostican. Cuando se padecen, se hace necesario tratarlas con fármacos. Sin embargo, que nadie piense que estos sirven para curar; como mucho, paliarán la situación, pues en el caso de que se curaran no podrían ser identificadas como enfermedad, sino que se habrían dado por los motivos que antes he descrito.