¡Soy quien mi conciencia dice que soy! Por eso, para que las cosas sucedan, se debe creer que van a ocurrir
¿Por qué hago esta afirmación?
Pues porque pasamos toda la existencia dentro de nuestro propio film (película), el que los límites de la educación (conocimientos provenientes del modelo mental) nos ha otorgado
Para una mejor comprensión de esta lectura, te ofrezco algunas de las claves para que puedas deducir, si bien, el resto lo vas a tener que interpretar según la lógica limitante en que todos nos vemos abocados por el desconocimiento de nociones que se nos escapan, al ser inmateriales.
Retomando la última reflexión del artículo: El inconsciente y el consciente, en él expresaba que, al final, toda la vida no es más que una pura contradicción y, por ello, entiendo la existencia como un tremendo absurdo
Siempre, claro, a no ser que se tenga en cuenta lo que es la conciencia
Aunque para ello tendríamos que saber lo que realmente representa o lo que probablemente puede ser. Difícil disyuntiva que voy a tratar de plantear, pues cualquiera de las proposiciones que aquí pueda esbozar no será más que una teoría como tantos otros han ofrecido
Sin embargo, como ya expreso más adelante, ninguna ha podido ser refrendada científicamente, lograrlo sería igual que descubrir uno de los misterios mejor guardados
¿Qué ocurre con nuestra conciencia, alma o, como se quiera definir, cuando le invade la necrosis al organismo?
Evidentemente, se puede entender como una pretenciosa ingenuidad llegar a pensar que dentro de las personas haya un espíritu (conciencia o como se le quiera llamar)
Y que este trascienda a la muerte física del cuerpo
¿Pero si no es así, qué pasa luego?
En eso se han basado todas las religiones para conseguir adeptos
El Homo sapiens, desde el primer momento que adquirió el conocimiento, descubrió que era perecedero; con ello, fundamentó la búsqueda del más allá, cuestión que, a pesar de los milenios transcurridos, continúa vigente, al igual que si estuviéramos al principio de la prehistoria.
Desde que el humano, a causa de la evolución, adquirió la mentada cognición, se pudo percatar de todo aquello que ocurría a su alrededor
Fue a la vez, en aquel mismo momento, cuando obtuvo conciencia de su propio yo. Estaba claro: él era una cosa, y lo demás eran otras cosas muy distintas que se escapaban a su propia voluntad
Esta observación que hoy puede parecer un tanto obvia no lo es, porque con eso se estaba planteando la gran diferencia que hay
-entre ser conciente y ser consciente-
Cuestión, por cierto, que se tiende a confundir, pues hasta el propio diccionario, al tratar estas dos palabras, ya indica la contradicción en que muchas personas se encuentran al pronunciarlas.
Concretando, se puede decir que conciencia es esa voz interior que nos habla y que se permite reprobar nuestros actos, llegando incluso a robarnos horas de sueño
En la búsqueda de este enigma, muchas han sido las creencias religiosas, las filosofías laicas e, incluso, los propios estudios científicos que han intentado definir qué es la conciencia.
Sin embargo, hasta hoy, ninguna aportación ha resultado totalmente satisfactoria
Esto lleva aparejada la duda de en qué parte del organismo se encuentra. Pues aunque parece claro que en principio se podría creer que se debe hallar en algún lugar del cerebro, resulta un tanto difícil de admitir, sobre todo si aceptamos que la conciencia trasciende a la persona física. Con esta afirmación, estamos entrando en lo que serían valoraciones metafísicas y, con ello, se hace imposible acertar ningún tipo de equivalencia que lo pueda demostrar.
Ahora, cambiando la perspectiva, hay otra cuestión que desearía evidenciar
Desde siempre, la pretensión de las filosofías orientales ha sido recrearse en el objetivo de que el individuo debe desaparecer como tal
Para darle paso a un yo colectivo, con lo cual lo que se hace es denostar al ego
Cuestión a mi entender un tanto paradójica, pues esta palabra, que proviene del latín, significa yo
¿Cómo alguien puede pretender borrarse a sí mismo?
Sí, me consta que son creencias lejanas, donde la contemplación se halla por encima de la acción
No obstante, si hago mención de este asunto, es porque en la actualidad se puede observar una moda cada vez más extendida en Occidente, donde la implantación de estos modos de pensar se hace cada vez más evidente entre una determinada parte de la sociedad.
Eso es debido al estrepitoso fracaso al que están abocadas las religiones de siempre y la consecuente búsqueda de nuevas respuestas en las llamadas filosofías holísticas, que hasta no hace mucho resultaban desconocidas por estos lares.
A todo esto, he creído preciso hacer toda esta introducción para aclarar, si cabe, la idea equívoca que a mi entender se tiene en la actualidad de este importante valor, como es el ego
Menospreciar el ego es socavar nuestra propia persona, es lo mismo que no reconocer el yo en mayúsculas, que ha sido el baluarte del pensamiento occidental
Ya antiguamente, -el pensamiento filosófico llamado solipsismo- entendió al sujeto como un ente pensante al que le es imposible reconocer ninguna otra existencia que no sea la propia; de este modo, comprende la conciencia como un acto psíquico mediante el cual la persona se percibe solo a sí misma.
Interesante reflexión que voy a desarrollar a continuación
Desde esta filosofía o creencia milenaria, se comprende el universo como una gran mente pensante, de ahí que la conciencia forme parte de él, por eso cada uno de nosotros es en singular esa misma mente.
De esta manera, es como se unen dos conceptos totalmente distintos, planteados a la vez por identidades también distintas; por una parte, el inconsciente colectivo, término que acuñó Carl Gustav Jung (1875-1961), y, por otro, todo el grupo de físicos que hicieron posible los planteamientos de la teoría cuántica.
Para explicar de una forma más detallada todo este aparente embrollo, hay que recurrir a la hipótesis de los subátomos
Y es con esa conjetura como se nos hace posible apreciar las propuestas de una conciencia universal, pero a la vez única de cada individuo que la posee. Si entendemos el universo como una gran mente, estaremos hablando de una inteligencia natural, responsable de todas las leyes por las que se rige el cosmos.
De ahí que forma parte de ella el inconsciente colectivo y, por ese conocimiento, cada uno de nosotros pertenece a esa misma mente
Reconozco que cuesta aceptar esta teoría, pero eso es lo mismo a mostrarse conforme con que ignoramos las leyes por las que se administra el universo.
¿Acaso es posible explicar la omnipresencia de la conciencia?
Claro, para ello deberíamos entenderla como se comprende al observador de las denominadas partículas cuánticas
(Por falta de espacio, si alguien está interesado en este asunto, le recomiendo que busque: el teorema de Bell).
Afirmación que se vuelve tan irracional que es imposible discernir la realidad
Simplemente porque nos faltan palabras para explicar algo tan inexplicable como lo que expresa el mencionado experimento. Es aquí, como digo, que el lenguaje evidencia sus limitaciones, sobre todo cuando se tiene que aplicar a conceptos jamás planteados.
Por eso, los artículos gramaticales yo y mí tienden a interpretarse de una forma errónea, sobre todo si observamos la conciencia desde otra óptica, con una lectura totalmente distinta, o lo que significaría cambiar el ángulo de observación desde un punto de vista absolutamente subjetivo y metafísico.
Sí, justamente en ese momento en que presupongo que todo lo que me rodea
Me refiero a eso que veo y que también puedo palpar, no existe
Dicho de otro modo, no es nada más que una proyección de mi propia mente (lo que al principio del artículo indicaba como la propia película).
Partiendo de esta afirmación, es fácil comprobar como todo el mundo confunde la mentada palabra, yo, con otra palabra de valoración muy parecida, como es mí
¿Qué pretendemos decir cuando nos expresamos de la siguiente manera: «¡Mi espíritu está pletórico!»?
¿Acaso lo he adquirido en algún lugar para poder alegar eso?
O cuando me reafirmo exclamando: «¡Yo!»
La pregunta que me surge ahora mismo es…
¿quién es exactamente ese yo?
E incluso cuando me expreso y digo:
«¡Mi mente se halla un tanto confundida!»
Ese mí al que me refiero ¿es de mi propiedad, me pertenece?
¿O es propiedad del yo?
Cuando opinamos, hablamos de todas estas cosas como si estuviéramos definiendo cualquier parte de física de nuestro organismo. Sin embargo, todo ello no es físico, sino algo absolutamente inmaterial y subjetivo
¿A todo esto, quién es realmente el propietario de mi psiquis, de mi conciencia, de mi espíritu, y de todo lo que acabo de enumerar?
¿Quién es exactamente ese yo?
¿Qué garantías poseo para poder pensar que soy propietario de todo ese intangible que he nombrado?
De lo que sí estoy seguro es de que ahora mismo estoy sentado delante del ordenador escribiendo este artículo, lo cual me está obligando a pensar.
¡Luego yo pienso!
Y no solo a eso, sino que he tenido que recopilar información para aclarar algunas dudas que se me han planteado; eso evidencia que hay otros que también piensan
Lo más curioso es que cuando he leído la información que buscaba, me ha resultado un tanto familiar
Ahí es cuando se hace evidente la presencia del inconsciente colectivo como prueba irrefutable de que esos conocimientos ya se encontraban en mi propio inconsciente y lo que ha sido necesario para que afloraran es que leyera la antes mencionada información.
¡Es evidente que existo como individuo!
Pues de lo contrario no me hubiera sido posible ahora mismo estar redactando estas palabras
Sí, pero hay más, por un momento me ha invadido una gran satisfacción, pues me gusta cómo estoy expresando algo que a priori me parecía muy difícil de explicar.
Todo lo que acabo de resumir en este párrafo y el anterior es la capacidad que todos tenemos de pensar, junto a la intercomunicación del inconsciente, con todas las generaciones pasadas
(Lo que llamamos inconsciente colectivo)
Y la vez, la disposición que poseemos para sentir, en este caso, la satisfacción que ahora explico; en otros serán el amor, el dolor y tantos sentimientos que por espacio no voy a poder extenderme
Después de expresar por escrito todas estas reflexiones, entiendo la existencia (o como se quiera decir) de la siguiente manera:
¡Todos somos el fruto de nuestra propia proyección de los hechos!
O dicho de otra forma más directa:
¡No soy nada más que el resultado de mi propia reflexión!
La cual estoy proyectando dentro de una especie de interfaz, que podría equipararse a un moderno programa de intranet, donde mi conciencia y todas estuviéramos localizadas por medio del mencionado software.
Sí, eso que ya he nombrado varias veces como el inconsciente colectivo
De ser así, la vida no sería más que una simulación, y eso daría respuestas a muchas preguntas
(Vuelvo otra vez a recordar el film con que iniciaba el artículo)
Claro, que toda esta exposición me parece un tanto descabellada (aunque después de todo, no es más que otra hipótesis dentro de otras muchas, como anteriormente ya he anunciado). Pero para que pueda contrarrestar a quien no piense así, me voy a permitir hacerle una pregunta
Por lo que parece, el principio de todo el universo fue –el Big Bang-
¿pero qué es lo que había antes que él?
Ahí es donde toma fuerza la idea de que todo puede estar dentro de nuestra propia conciencia
Y que en el momento en que esta pudiera desaparecer, se haría presente la existencia de la nada.
Aunque esa posibilidad, desde el punto de vista material, es imposible que se pueda plantear
Finalmente, voy a acabar con una reflexión
Puede costar aceptar que la conciencia que se supone ha habitado en nuestro cuerpo se halle errante por los espacios siderales, puede sonar un tanto extraño, pero dentro de todas las hipótesis que he planteado no tendría por qué serlo, pues no dejamos de estar en la introspección de un concepto absolutamente inmaterial.
Es tanto y tanto lo que se podría especular sobre este confuso asunto que representa la propia existencia de nuestro yo
Entendido como nuestra propia conciencia, que me quedo con ganas de profundizar más; es más, podría ser que terminara siendo el próximo libro a escribir. Si bien, por el momento, lo voy a dejar en este estudio.
Bueno, si has continuado leyendo hasta aquí, habrás podido observar la cantidad de aparentes contradicciones que contiene la reflexión sobre este asunto. Y eso que he intentado por todos los medios no caer en ellas
Pero se me hace difícil, por no decir imposible, explicarlo de otro modo –que no sea como lo estoy percibiendo interiormente-
Quizás esta frase entronque también con lo que manifestaba al principio del artículo, donde venía a decir que nos vemos abocados por desconocimientos que se nos escapan de lo material.
Ahora, solo me queda despedirme y, como siempre, te ruego encarecidamente que me aportes tu reflexión a este ya de por sí complicado asunto.
Sí, es complejo de entender, por eso te agradeceré la percepción que te ha sugerido esta lectura. Y también, como siempre, recordarte que si conoces a alguna persona que pueda estar interesada en las cuestiones que abordo en el blog, se lo hagas saber.
¡Hasta la semana que viene, donde vendré con otro escrito de estas características!